3.3. Diversidad sociocultural y el diseño como motor de cambio
Empatía social y el diseño como impulsor del cambio
En el mundo globalizado en el que vivimos gran parte de los productos y servicios que consumimos se producen en diferentes zonas del planeta: comemos alimentos cultivados por personas de diferentes etnias, compramos ropa económica confeccionada en países en vías de desarrollo, adquirimos dispositivos tecnológicos fabricados y ensamblados en países asiáticos… Todos formamos parte de una humanidad multicultural.
Esta realidad conlleva la necesidad de adoptar una perspectiva amplia para comprender los diferentes contextos socioculturales e identificar la diversidad de usuarios y compartir sus sentimientos y expectativas. Los diseñadores y diseñadoras deben adoptar una actitud empática para comprender la realidad de las personas y sociedades que son diferentes a ellos. La empatía interpersonal consiste en la capacidad y habilidad de reconocer, comprender y valorar los sentimientos, emociones y puntos de vista de los demás tomando en cuenta el contexto. La empatía social permite sobreponerse a los prejuicios y actitudes intolerantes que condicionan nuestra concepción y el entendimiento de las diferencias raciales, étnicas, físicas, de género, sexuales y de edad que presentamos como seres humanos (Segal, 2018). Estas dos facetas de la empatía nos facilitan nuestra conexión con los demás, nos cualifican para valorar los aspectos diversos y comunes de las personas y fomentan la comprensión del contexto sociocultural de otros grupos humanos. La empatía se transmite de una persona a otra, de un grupo social a otro y demanda que nos pongamos en el lugar del otro, de personas que no se parecen a nosotros y que no piensan ni viven como nosotros. Por esta razón la empatía se convierte en un instrumento útil para superar las diferencias humanas, amplía nuestra concepción del mundo y expande nuestro pensamiento.
El sesgo del diseñador: empatía interpersonal
Para los diseñadores y diseñadoras es fundamental desarrollar la empatía interpersonal. Poner en crisis nuestra concepción de las cosas es un punto de partida fundamental para planificar un proyecto de diseño. Debemos tener en cuenta que nuestra formación y nuestra concepción del mundo constituyen nuestra base para experimentar y para desarrollar nuestras actividades cotidianas. Pero al mismo tiempo, también debemos ser conscientes que esta concepción no es universal ni generalizable a los demás, es simplemente una visión particular que constituye nuestro punto de partida y de apoyo para aproximarnos a cualquier problema de diseño.
Ser consciente de nuestro sesgo al abordar cualquier cuestión de diseño tiene ventajas y desventajas. Entre las ventajas más importantes podemos destacar la ampliación de la capacidad de análisis del problema de diseño y el incremento de soluciones propuestas. Entre las desventajas más notables podemos mencionar que nuestra concepción del mundo, aunque nos previene de la ansiedad y la incertidumbre al abordar un problema de diseño, puede llevarnos a percibir erróneamente el problema a resolver.
Principle 3: We prioritize design’s impact on the community over the intentions of the designer.
Ficha del Design Toolkit: el sesgo del diseñador.
Prejuicios de raza, género y edad: la empatía social
El diseño, como disciplina que da forma a nuestras vidas y determina comportamientos de las personas, afecta a la calidad de nuestras vidas. El diseño materializa las diferencias físicas, sociales y culturales entre personas y repercute sobre la diversidad humana. El diseño, intencionalmente o no, puede colaborar en la perpetuación de estereotipos, fomentar la discriminación y generar desigualdades entre individuos. El entorno artificial en el que vivimos y los productos y servicios que utilizamos son el reflejo de un cúmulo de prejuicios que son tan usuales y familiares para nosotros que no los reconocemos a simple vista. Ser consciente y sensible a esta realidad nos permite proponer diseños respetuosos con la diversidad humana y, al mismo tiempo, beneficiar a un mayor número de personas: «Each and every one of us is a designer. Each and every one of us has a responsibility to our collective future. Because we are all guardians at the gates of the possible, we all need to participate in designing this future» (Subrahmanian, Reich, Krishnan, 2020, pág. 130).
Los diseños que minimizan o eliminan los prejuicios de raza, género, sexualidad y edad pueden ofrecer igualdad de oportunidades para todos y ayudar a crear productos y servicios que respondan mejor a la diversidad. El diseño inclusivo sintetiza en tres principios básicos las reglas a seguir para conseguir sobreponerse a nuestros prejuicios y condicionantes socioculturales:
- Reconocer las diferencias.
- Estudiar y analizar la diversidad.
- Diseñar para uno beneficiando a la mayoría.
Principle 5: We see the role of the designer as a facilitator rather than an expert.
Prejuicios étnicos y raciales
Considerar la cultura propia como superior a otra y utilizar esos estándares para valorar y juzgar a los demás constituye uno de los prejuicios a superar para evitar las discriminaciones raciales (etnocentrismo). El relativismo cultural considera inapropiado utilizar los estándares de culturas ajenas para analizar y comprender el comportamiento de una determinada sociedad, el comportamiento debe contextualizarse en función de las convenciones culturales de cada sociedad.
La generalización del usuario típico como hombre blanco deriva de una discriminación racial sistémica que condiciona los procesos de conceptualización y diseño de productos y servicios. Pensemos, por ejemplo, en productos tan comunes y cotidianos como las tiritas, vendas y esparadrapos que reproducen el color de la piel de la mayoría de consumidores europeos y norteamericanos (Pater, 2016, pág. 84).
Prejuicios de género y de orientación sexual
La sociedad actual es heredera de un conjunto de normas y convenciones heteropatriarcales que siguen influyendo en nuestra manera de vivir y de comprender el mundo. La idealización de un proyecto de vida personal basado en una familia típica, compuesta por un hombre, una mujer y niños se ha ampliado progresivamente, en las sociedades occidentales, a otros tipos de organización familiar. Los roles, trabajos y actividades que tradicionalmente desempeñaban hombres y mujeres no son tan predeterminados y estancos como antaño. La identidad sexual de cada persona y su orientación se puede elegir, en estos momentos, con cierta libertad en las sociedades occidentales que son más tolerantes y permisivas. Pero este proceso de normalización y de reconsideración de los estereotipos tradicionales no sucede por igual en todas partes del mundo. Conocemos sociedades donde las mujeres no poseen los mismos derechos que los hombres, desempeñan roles marginales o soportan las cargas familiares unilateralmente. También sabemos que en otras áreas geográficas determinadas orientaciones sexuales son perseguidas y criminalizadas. El diseño puede contribuir, y debe, a propiciar cambios que fomenten la igualdad de género y la libertad de orientación sexual transformando la concepción estructural de las sociedades.
Prejuicios de edad o generacionales
Finalmente, cabe considerar los sesgos o prejuicios que condicionan las actividades o ponen en desventaja a las personas de determinados grupos de edades. Estos condicionantes suelen recaer en niños y ancianos. Los principales inconvenientes que suelen encontrarse estos grupos generacionales suelen relacionarse con el tamaño de las cosas, en el caso de los niños, o en el desempeño de habilidades y capacidades sensoriales en el grupo de personas mayores. Ambos grupos suelen obviarse como estándares de los diseños mayoritarios.