3.2. Las dimensiones antropológicas de la cultura
Según Boas (1986) cada tipo humano ha desarrollado unas creencias, costumbres e invenciones que configuran su vida cultural y determinan la base de sus interacciones sociales y ambientales. La diversidad humana se manifiesta, desde la perspectiva de la antropología cultural, a partir de características y rasgos que son universales, generales y particulares. Sabemos que la cultura de cada comunidad organiza cómo deben desarrollarse y expresarse las interacciones sociales entre los individuos que la conforman y que estas manifestaciones se suelen estructurar a partir de normas o patrones de comportamiento. Entre las normas o patrones culturales universales, intrínsecos al ser humano como tal, podemos destacar la organización de la vida en grupos o en familias de individuos y los actos relacionados con el ciclo vital de las personas. Las generalidades culturales suelen estar presentes en diferentes grupos humanos a lo largo del tiempo y en distintos lugares, pero no aparecen en todas las culturas. Por ejemplo, las diferentes formas de cultivar alimentos, las costumbres compartidas a raíz de los procesos colonialistas del siglo XIX o la llamada familia nuclear (formada por padres e hijos). Las costumbres singulares enfatizan diferentes aspectos que distinguen unos grupos humanos de otros: diferentes maneras de comer o de usar los utensilios para comer, las formas de afrontar la muerte de los seres queridos o las diferentes fórmulas de cortesía de la vida diaria.
Para Kottak (2011) la cultura constituye el nexo que vincula a las personas con el pasado común que se ha transmitido a través de las sucesivas generaciones. Con base en ese sustrato común, la cultura evoluciona y se acomoda a las circunstancias cambiantes del presente. Esta perspectiva relaciona las actividades de los individuos con la transformación cultural de las sociedades y considera que las prácticas habituales son el motor que impulsan los procesos de adaptación de los patrones culturales a la evolución de las convenciones sociales.
El cambio cultural: difusión de conocimientos y globalización
Como ya hemos visto en el primer apartado, en los procesos de cambio y transformación del medio intervienen un conjunto de factores sociales y culturales que compartimos con los demás. La propagación y divulgación de conocimientos dinamiza el intercambio cultural y fomenta los lazos y las dependencias entre personas de diferentes lugares y culturas. El fenómeno de la globalización, impulsado por la tecnología digital, contribuye a la difusión y a un intercambio de conocimientos que facilita la emergencia de nuevas formas de movilización político-social, la hibridación tecnológico-productiva y la innovación cultural.
Los considerados países avanzados económica y socialmente difunden una serie de patrones culturales que se generalizan a nivel mundial y «colonizan» las expresiones culturales locales o regionales generando un proceso de homogeneización cultural que va en detrimento de la diversidad cultural. Los teóricos y críticos del diseño son conscientes de la influencia que tienen estos procesos homogeneizadores en la producción global del diseño y han reaccionado proponiendo cambios en los enfoques eurocéntricos que dominan el ámbito pedagógico de la disciplina (pensemos en la expansión de las propuestas pedagógicas de la Bauhaus que se utilizan como base para estructurar los currículos pedagógicos de los planes de estudios del diseño). La «descolonización del diseño» implica atender a la concepción y práctica del diseño que desarrollan las diversas comunidades culturales y otorgarles el rol que les corresponde en el mundo globalizado. Para ampliar información sobre el tema podemos consultar la plataforma creada por académicos y profesionales del diseño que analiza esta cuestión: www.decolonisingdesign.com