2. Diseño universal

2.3. Principios del diseño universal

El diseño universal se ha erigido como un medio para promover y abanderar la igualdad de oportunidades para todos, introduciendo un principio democratizador en el diseño que guía un conjunto de reglas básicas. Los principios básicos del diseño universal se establecieron para organizar y planificar nuestro entorno artificial y, también, para generalizar el pensamiento y la reflexión sobre cualquier aspecto de nuestras sociedades. El Centro del Diseño Universal de la Universidad de Carolina del Norte definió siete principios estratégicos sobre los que basarse para desarrollar productos y entornos desde la perspectiva del diseño universal:

  • uso equitativo,
  • uso flexible,
  • uso simple e intuitivo,
  • información perceptible y comprensible,
  • tolerancia al error,
  • esfuerzo físico bajo,
  • dimensiones apropiadas.

La guía y orientación de cómo aplicar estos principios, y los objetivos que se intentan alcanzar con cada uno de ellos, fue establecido como un conjunto de directrices que analizan los elementos clave para implementar el diseño universal. Como recogen Preiser y Smith, se trataba de articular las conexiones entre los principios y sus directrices de aplicación para articular un concepto integral del diseño universal. Esta concepción integral facilita su extensión a todos los ámbitos del diseño que participan en la configuración de nuestro entorno, es decir, se extiende a todos los elementos construidos, producidos y comunicativos que utilizamos en nuestras actividades personales, sociales y culturales. Podemos encontrar información y ejemplos de implementación en los siguientes recursos:

Principio 1. Igualdad y equidad de uso. El diseño debe proporcionar productos y entornos fáciles de usar y que se acomoden a todo tipo de personas, con independencia de las capacidades y habilidades que posean las personas que los utilicen. Este principio promueve:

  • un diseño atractivo y comprensible para todos los usuarios;
  • maneras de uso iguales para todos y, si no fuera posible, formas de uso equivalente o similar;
  • la integración y participación de todos los usuarios, evitando la segregación de los individuos;
  • garantizar la privacidad y la seguridad para todas las personas que utilicen los productos.
Pared de corcho de vino. Fuente: www.greenprophet.com.

Principio 2. Uso flexible. El diseño debe facilitar el uso de las cosas en función de las capacidades de las personas, sus habilidades y las preferencias o prioridades de cada individuo. Ello requiere que el diseño ofrezca una amplia gama de posibilidades de adaptación y de utilización de las cosas. De esta manera los usuarios podrán elegir la manera de usar estos elementos. Este principio promueve:

  • la elección de los métodos de uso,
  • el uso indistinto de usuarios diestros o zurdos,
  • el desarrollo de las actividades con exactitud y precisión,
  • acomodar la secuencia y ritmo de uso según las preferencias del usuario.

Principio 3. Uso simple e intuitivo. El diseño debe ofrecer facilidades de uso y de comprensión de manera que los objetos se puedan entender y utilizar con independencia de los conocimientos previos, las experiencias vividas, las habilidades, las competencias lingüísticas o las capacidades de concentración y atención de las personas. Con este principio se pretende:

  • Diseñar objetos simples y funcionales que eviten complejidades innecesarias.
  • Relacionar y establecer correspondencias con las expectativas y la intuición de los usuarios.
  • Adaptarse a las diferentes competencias lingüísticas de las personas (grado de alfabetización, de expresión y de comunicación).
  • Disponer la información en función de su importancia en el desarrollo de la tarea (jerarquía, secuencia, claridad).
  • Proporcionar información para situar a las personas en el proceso de ejecución de las tareas (principalmente señales de avisos, de respuesta o de finalización, feedback).

Principio 4. Información perceptible y comprensible. El diseño debe configurar canales de comunicación eficaces, facilitando el intercambio de información necesaria entre el usuario y su entorno de interacción. El diseño puede utilizar diferentes recursos informativos (visuales, auditivos o táctiles) para guiar las actividades de los individuos en concordancia con las diversas condiciones ambientales y con independencia de sus capacidades sensoriales. Los principales objetivos que guían al diseño para transmitir la información esencial son:

  • Mostrar la información de forma redundante y con diferentes medios.
  • Destacar la información importante respecto a su contexto, básicamente por contraste.
  • Facilitar la legibilidad de los datos.
  • Diferenciar los elementos para intercambiar información.
  • Disponer y ofrecer técnicas o dispositivos para complementar las discapacidades sensoriales.

Principio 5. Tolerancia al error. El objetivo que dirige este principio pretende minimizar al máximo los riesgos de uso de las cosas y sus posibles consecuencias adversas. El diseño debe procurar que no se produzcan acciones involuntarias, accidentales o inconscientes, organizando los componentes para que se reduzcan al mínimo los posibles errores y peligros potenciales. Podemos añadir, en paralelo a la tolerancia al error, la importancia de  ofrecer a los usuarios la posibilidad de revertir los cambios y volver a recuperar las configuraciones iniciales o de partida. La organización y la presentación de los componentes requieren que el diseño tenga presente cómo:

  • disponer y ubicar los elementos en función de su importancia de uso, facilitando su acceso a todos los individuos;
  • proteger, aislar, tapar o camuflar los elementos que puedan implicar riesgos o peligros de manipulación o uso;
  • proporcionar advertencias y avisos sobre los peligros y errores;
  • implementar instrumentos y mecanismos para interrumpir las actividades (seguros, elementos de desconexión, etc.);
  • desmotivar acciones inconscientes.

En definitiva, se trata de evitar, en la medida de lo posible, o dificultar que los usuarios puedan cometer errores, involuntarios o inconscientes, que puedan causar lesiones a las personas o a los productos con los que interactúan.

Principio 6. Esfuerzo físico bajo. El diseño debe procurar que el uso de los objetos se pueda realizar con el mínimo esfuerzo físico, con efectividad y con unos niveles de comodidad que faciliten la adopción de posturas o posiciones naturales. Priorizando la obtención de los efectos o usos deseados podremos reducir al máximo el número de acciones repetitivas o la realización de esfuerzos continuos y constantes a lo largo del tiempo. Para alcanzar estos objetivos el diseño debe:

  • permitir que las personas adopten posturas neutras o naturales en la ejecución de sus actividades;
  • prever un esfuerzo físico proporcional al tipo de tarea a realizar;
  • evitar las acciones repetitivas y continuas que puedan generar cargas musculares o lesiones articulares en los usuarios.

Principio 7. Dimensiones apropiadas. En el diseño del contexto de uso de los objetos deben tenerse en cuenta las dimensiones y la proporcionalidad de los tamaños de las cosas en relación con las personas y, también, en relación con los espacios que acogen las situaciones que vivimos cotidianamente. Es importante que el diseño tenga en cuenta las medidas apropiadas del espacio en las que se van a manipular los objetos, de la misma manera que tiene en cuenta las proporciones corporales de las personas, las posturas y los niveles de movilidad requeridos.

Las medidas de los espacios y de las cosas deben procurar que los usuarios puedan localizar, aproximarse y acceder con facilidad a todos los componentes o elementos que necesitan para desarrollar sus actividades. El objetivo debe extenderse a las etapas de manipulación y ejecución de tareas. La distribución, disposición y organización de los elementos deben estar acordes con los alcances humanos, la tipología postural que preferentemente adoptarán los individuos para manipular las cosas y su relación con las capacidades locomotoras de las personas. El diseño debe procurar que, en función de las posturas básicas humanas que se adoptarán para realizar las actividades, se den las circunstancias siguientes:

  • se puedan visualizar con claridad los principales componentes interactivos de las cosas y espacios;
  • se pueda acceder y alcanzar cualquier componente de forma confortable;
  • los objetos ofrezcan posibilidades de ajuste en función de las dimensiones corporales que intervienen en la manipulación de las cosas;
  • se dispongan los espacios necesarios para la manipulación de los objetos y también para recursos asistenciales o de ayuda personal en caso de necesidad.

La aplicación de estos principios no debe hacerse de forma aislada o mediante un proceso paralelo al propio del diseño, sino que debemos intentar aplicar los principios pertinentes en cada una de las etapas del proyecto. Para ello es necesario, como ya hemos visto anteriormente, proporcionar la educación, la formación y los instrumentos a todos los implicados en la planificación y ejecución del diseño. De esta manera se facilita la adopción de medidas acordes con los principios enumerados y se pueden utilizar para fundamentar la toma de decisiones correspondientes. Entre algunas de las medidas que recomienda el Centro del Diseño Universal, para obtener resultados prácticos y eficaces debemos destacar la necesaria coordinación entre todos los agentes participantes en el proyecto, el seguimiento en todos los niveles de gestión, desde el proceso de investigación hasta el de desarrollo y desde el proceso de fabricación hasta el de su comercialización, y ejercer una evaluación constante y continua de los resultados obtenidos.