1. El diseño como actividad humana

1.1. Introducción. Definición

Todos los hombres son diseñadores. Todo lo que hacemos casi siempre es diseñar, pues el diseño es la base de toda actividad humana. La planificación y normativa de todo acto dirigido a una meta deseada y previsible constituye un proceso de diseño.

Papanek (1977). Diseñar para el mundo real: ecología humana y cambio social.

Los seres humanos, como cualquier organismo vivo, interactuamos con nuestro medio ambiente en función de nuestras características y de nuestras capacidades. Pero, a diferencia de otros organismos vivos, nuestras relaciones con el entorno son mucho más complejas. Las personas interactuamos con el medio de forma simultánea a distintos niveles espaciales, nos desplazamos de un lugar a otro, creamos nuestros espacios comunes, acomodamos nuestras inmediaciones personales y desplegamos nuestras actividades en todos estos escenarios próximos. Nuestras acciones dependen tanto de la configuración de nuestro entorno como de nuestras capacidades físicas de interacción. Nuestras tareas se organizan en función de la información que perciben los sentidos y se orientan focalizando su atención en los elementos relevantes para el desarrollo de cada actividad. Nuestra constitución anatómica y física, las sensaciones que nos llegan del exterior, las actividades que llevamos a cabo y la comprensión de las situaciones facilitan nuestra adaptación a la diversidad de ambientes que hemos sabido sentir y entender.

Gracias a las diversas habilidades que poseemos, hemos podido comprender y valorar los recursos que nos brinda el medioambiente para intentar alcanzar nuestros objetivos. Unas habilidades que actúan juntamente con el razonamiento y la capacidad de acción para guiar nuestras experiencias, de cualquier tipo y orientación, con la intención de «hacer para obtener». De esta manera, habilitamos medios para que nos faciliten nuestras actividades. Nuestra libertad de acción nos facilita una diversidad de comportamientos que amplía nuestras capacidades de adaptación a los diversos entornos que experimentamos. Nuestra capacidad para comprender el medio nos permite aprenderlo, interpretarlo y modificarlo para adecuarlo y acomodarlo a nuestras propias circunstancias. Dicen Steinfeld y Maisel:

«El diseño es un método de adaptación activo y decidido que la gente usa para ajustar su mundo a sus necesidades. A través del diseño, los seres humanos eliminan las barreras y desarrollan ambientes, productos y sistemas de apoyo para facilitar el logro de sus metas».

Steinfeld y Maisel (2012, pág. 2).

A partir de esta definición deberíamos hacernos algunas de las siguientes preguntas: ¿cómo es el medio?, ¿cómo somos nosotros?, ¿cómo percibimos el mundo exterior?, ¿qué somos capaces de hacer? Las posibles respuestas a este conjunto de cuestiones pueden ayudarnos a descubrir cómo planificar los recursos necesarios para vehicular el éxito de nuestras actividades. Para Gibson el medio es aquello que, como especie, somos capaces de percibir, es decir, sentir y comprender. Esta concepción interactiva del medio permite que el autor lo estructure a partir de un conjunto de elementos que se disponen en el entorno y que nosotros ordenamos de una determinada manera. Este proceso ordenador se produce a partir de las situaciones en las que el observador y su entorno concurren y se complementan. Unos escenarios de relación que comparten los individuos consigo mismos, con sus semejantes y con un entorno, espacial y temporal, donde se producen.

El entorno se nos presenta con cambios constantes pero también, al mismo tiempo, con elementos permanentes que le otorgan estabilidad y perdurabilidad. Un cúmulo de aspectos que necesitamos ordenar y relacionar para conocer. La concepción de nuestro entorno común que propone Gibson describe un mundo estructurado dimensionalmente a partir de unidades anidadas, donde los elementos que las integran contienen y configuran, a la vez, unidades mayores y menores que podemos distinguir y discernir. Una ordenación que sirve tanto para el mundo natural (montañas, valles, ríos, árboles) como para el mundo construido (habitaciones, viviendas, edificios, ciudades).

Este medio está constituido por diversas sustancias que determinan las diferencias ambientales que nos rodean: el medio atmosférico, terrestre y marino, por ejemplo, compuestos principalmente por sustancias diferentes. Las circunstancias del medio nos delimitan nuestras capacidades de percepción y de locomoción. Ambas, actuando coordinadamente, nos permiten desplazarnos desde un lugar a otro salvando los obstáculos que nos encontramos en el camino. Pero también distinguimos las sustancias del medio gracias a la acción conjunta de nuestros receptores sensoriales, que nos ayudan a posicionarnos en cada contexto: la vista, el oído, el tacto, olfato, la orientación y el equilibrio participan coordinadamente. Gibson afirma que una buena manera de diferenciar las sustancias del medio ambiente es distinguir las superficies que lo componen. Las superficies presentan unas características determinadas que pueden ser permanentes o cambiantes, se disponen de una determinada manera y se materializan en forma de texturas. Y gracias a la iluminación que reciben y reflejan las superficies, y las sombras que proyectan los volúmenes que constituyen las cosas, podemos discriminar y conocer el mundo: «The fundamental ways in which surfaces are laid out have an intrinsic meaning for behavior unlike the abstract, formal, intellectual concepts of mathematical space.» (Gibson, 1986, pág. 44).

Gibson relaciona, así, la capacidad de los seres humanos para percibir las superficies y la composición de las cosas, principalmente en función de aquello que nos proporcionan o pueden proporcionarnos. Un conjunto de posibilidades que el medio externo ofrece a los individuos y que estos son capaces de comprender y de interpretar como recursos disponibles, es decir, la capacidad de fomentar o promover sus actividades y usar los recursos en consecuencia. Las personas asignan de esta manera un valor a las cosas que los rodean y les otorgan un determinado significado. Con este posicionamiento Gibson formula su teoría de las affordances, que constituye una concepción interactiva de las relaciones de las personas con el medio, un planteamiento para explicar cómo se complementan las características de ambos sistemas (medio e individuos) para ofrecer posibilidades de acción. Por tanto, una affordance define una unidad relacional entre las características del medio utilizado y el comportamiento de una persona, aspectos complementarios en la acción. En cada caso, las características del medio, objeto o instrumento facilitarán diversas posibilidades de manipulación y de acción, y los individuos tratarán de encontrar las oportunidades de interacción. Esta unidad relacional se establece, por tanto, entre un hecho del medio ambiente y un hecho de comportamiento. En cierta manera se relaciona un conjunto de hechos, reales, físicos y objetivos, con un conjunto de valores, significados y conceptos subjetivos, para adecuar el comportamiento de los individuos con la percepción de su entorno.

Affordance de empujar y tirar

El concurso de nuestras capacidades cognitivas y las de manipulación nos ha permitido alterar el medio en el que vivimos. Hemos creado un mundo artificial a partir del natural, dos escenarios diferentes de una misma realidad. Para Gibson nuestra manera de actuar, nuestras percepciones y nuestra manera de intentar comprender estas dos realidades es la misma. No existen diferencias sustanciales y significativas entre los entornos naturales y los modificados por el hombre para que adoptemos diferentes pautas de comportamiento para cada uno de ellos. A pesar de que las distintas comunidades humanas hayan implementado métodos y desarrollado técnicas para dominar el medio natural, adaptándolo, modificándolo y construyéndolo en función de sus necesidades, las pautas generales de comportamiento siguen siendo las mismas. Los inconvenientes que nos encontramos en el medio natural y las dificultades que nos plantean los diferentes contextos han constituido los retos que han impulsado los avances adaptativos y fomentado la supervivencia y perdurabilidad de los seres humanos. El diseño ha sido uno de los principales instrumentos que han utilizado las personas para adaptar los medios disponibles en cada momento como recursos de apoyo y de promoción de las actividades humanas. Buscando oportunidades en el medio, detectando necesidades y ofreciendo soluciones a los diversos problemas que los humanos, como especie, se han ido encontrando a lo largo de su evolución, el diseño ha guiado la modificación del medio ambiente hacia su habitabilidad:

«El diseño… su propósito fundamental es cambiar la forma y organización de nuestro mundo material e incluso cambiar la forma en que interactuamos con él».

Steinfeld y Maisel (2012, pág. 3).

Los individuos hemos sido capaces de conocer el mundo que nos rodea, comprender las leyes que rigen y estructuran la conformación de las cosas, y dominar y elaborar materiales para crear un mundo artificial, basado y originado en el natural. Las habilidades y capacidades que poseemos nos han permitido afrontar las situaciones con las que diariamente nos encontramos.

La evolución y desarrollo cerebral y sensitivo permitieron que las manos se constituyeran como uno de los instrumentos humanos fundamentales. El concurso de la inteligencia y de las habilidades manuales han sido determinantes para conseguir todos estos logros. La adquisición progresiva de habilidades manuales, su perfeccionamiento y precisión hicieron del Homo faber el gran transformador del mundo. Todos nosotros nos apoyamos en las habilidades y capacidades de las manos para elaborar el mundo artificial en el que vivimos. Prácticamente en todas las actividades que realizamos participan las manos. Constituyen nuestros órganos de interrelación con el mundo exterior, ejecutan y reciben información. Las conexiones del cerebro con las manos han sido fundamentales para el desarrollo evolutivo de los seres humanos como especie y ha dirigido sus capacidades creativas. Las manos actúan interactuando con el pensamiento, que evalúa las acciones y sus resultados para descartar aquello que no ayuda a nuestras acciones y para, en palabras de Williams, retener aquello que resulta útil, reconociendo su valor. Los procesos de aprendizaje, la comunicación y la colaboración con otros individuos, tanto de un mismo ámbito cultural y social como de distintos lugares, hicieron el resto.